SI QUIERES DISFRUTAR DE MI ECLIPSE, COGE ASIENTO MIRA AL CIELO Y COMIENZA A DISFRUTAR DEL MARAVILLOSO ESPECTACULO QUE TE BRINDAN LAS ESTRELLAS eclipse de luna

sábado, 6 de julio de 2013

Manos vacias

AL MORIR UN HOMBRE HIZO 3 PEDIDOS:

1) Que su ataud fuese cargado por los mejores medicos de la epoca.
2) Que los tesoros que tenia, fueran esparcidos por el camino hasta su tumba.
3) Que sus manos quedaran en el aire fuera del ataud a la vista de todos.

? Alguien asombrado le pregunto cuales eran sus razones?
El explico:
1) Quiero que los mas eminentes medicos carguen mi ataud, para demostrar que ellos NO tienen ante la muerte el poder de curar. 2) Quiero que el suelo sea cubierto por mis tesoros, para que todos puedan ver que los bienes materiales aqui conquistados, aqui se quedan.
3) Quiero que mis manos queden descubiertas fuera del ataud, para que las personas puedan ver que vinimos con las manos vacias, y con las manos vacias partimos, al morir nada material te llevas...

"EL TIEMPO" es el tesoro mas valioso que tenemos, podemos producir mas dinero, pero no mas tiempo...!

EL MEJOR REGALO que le puedes dar a alguien es TU TIEMPO

Mar te dice al oído:

No saber apreciar lo que se tiene en la vida
difícilmente podrás disfrutar de ello cuando se parta...

La vida es un regalo hecha con pequeños trozos
si se disfruta de esos pequeños trozos, disfrutaremos de la vida..

Porque al final, te irás con las manos vacias....

jueves, 24 de enero de 2013



Un sabio, se paró ante un publico y contó un chiste y todos se rieron.

Al cabo de un rato contó el mismo chiste y casi nadie se rio, contó el chiste una y otra vez hasta que nadie se reia..

Y dijo…si no puedes reirte varias veces de una sola cosa.. Porque lloras por lo mismo una y otra vez?

Mar te dice al oído:

Esta pequeña reflexión sin duda nos da una gran lección...
El ser humano es así, nos reimos una sola vez de algo
pero nos pasamos la vida llorando por cosas que no hemos
conseguido, por desamores, por problemas...cuando en
realidad tendríamos que luchar por ellos con una sonrisa
por muy triste que sea la realidad..así pintaríamos nuestra
vida de otro color..

Y ya que estamos con pequeñas reflexiones os dejo una que me encanta...

Por qué soñamos con un amor de película si solo dura 2 horas?....



viernes, 18 de enero de 2013



Una mujer muy sabia se despertó una mañana,
se miró al espejo,
y notó que tenía solamente tres cabellos en su cabeza.
... 'Hmmm' pensó, 'Creo que hoy me voy a hacer una trenza'.
Así lo hizo y pasó un día maravilloso.

El siguiente día se despertó,
se miró al espejo
Y vio que tenía solamente dos cabellos en su cabeza.
'Hmmm' dijo,
'Creo que hoy me peinaré de raya en medio'
Así lo hizo y pasó un día grandioso.

El siguiente día, cuando despertó,
se miró al espejo y notó
que solamente le quedaba un cabello en su cabeza.
'Bueno' se dijo, 'ahora me haré una cola de caballo.'
Así lo hizo, y tuvo un día muy, muy divertido.

A la mañana siguiente, cuando despertó,
corrió al espejo y enseguida notó
que no le quedaba un solo cabello en la cabeza.
'¡Qué Bien!', exclamó.
'¡Hoy no me tendré que peinar!'

Tu actitud es todo en la vida.
Alégrate cada mañana; dale gracias a Dios por el nuevo día.
Ríete de ti mismo. Acéptate.
Sé bondadoso y amable con los demás.
Sonríeles, porque cada persona que te encuentres tiene sus problemas
y tu sonrisa lo ayudará.

La vida no es esperar a que la tormenta pase,
ni es abrir el paraguas para que todo resbale...

Es aprender a bailar bajo la lluvia. —

Mar te dice al oído:

La vida es un sinfín de caminos y trayectos, algunos con baches
otros encontraremos la calzada lisa, pero ante cada situación
deberemos salir airosos de nuestro trayecto, cuando el camino sea
fácil mucho mejor para nosotros, pero cuando la carretera se incline
y sea dificultoso el camino, deberemos saber salvar cada obstáculo
que en definitiva será el mismo aprendizaje que nos de la vida.



viernes, 4 de enero de 2013



Los Reyes Magos son verdad (INTERESANTE PARA LOS QUE TIENEN NIÑOS O NIETOS O SOBRINITOS)

Apenas su padre se había sentado al llegar a casa, dispuesto a escucharle como todos los días lo que su hija le contaba de sus actividades en el colegio, cuando ésta en voz algo baja, como con miedo, le dijo:

- ¿Papá?

- Sí, hija, cuéntame.

- Oye, quiero... que me digas la verdad.

- Claro, hija. Siempre te la digo -respondió el padre un poco sorprendido.

- Es que... -titubeó Blanca.

- Dime, hija, dime.

- Papá, ¿existen los Reyes Magos?

El padre de Blanca se quedó mudo, miró a su mujer, intentando descubrir el origen de aquella pregunta, pero sólo pudo ver un rostro tan sorprendido como el suyo que le miraba igualmente.

- Las niñas dicen que son los padres. ¿Es verdad?

La nueva pregunta de Blanca le obligó a volver la mirada hacia la niña y tragando saliva le dijo:

- ¿Y tú qué crees, hija?
- Yo no sé papá, que sí y que no. Por un lado me parece que sí que existen porque tú no me engañas; pero, como las niñas dicen eso.
- Mira, hija, efectivamente son los padres los que ponen los regalos pero...
- ¿Entonces es verdad? -cortó la niña con los ojos humedecidos-. ¡Me habéis engañado!

- No, mira, nunca te hemos engañado porque los Reyes Magos sí que existen -respondió el padre cogiendo con sus dos manos la cara de Blanca.

- Entonces no lo entiendo papá.

- Siéntate, Blanquita, y escucha esta historia que te voy a contar porque ya ha llegado la hora de que puedas comprenderla -dijo el padre, mientras señalaba con la mano el asiento a su lado.

Blanca se sentó entre sus padres ansiosa de escuchar cualquier cosa que le sacase de su duda, y su padre se dispuso a narrar lo que para él debió de ser la verdadera historia de los Reyes Magos:

'Cuando el Niño Jesús nació, tres Reyes que venían de Oriente guiados por una gran estrella se acercaron al Portal para adorarle. Le llevaron regalos en prueba de amor y respeto, y el Niño se puso tan contento y parecía tan feliz que el más anciano de los Reyes, Melchor, dijo:

- ¡Es maravilloso ver tan feliz a un niño! Deberíamos llevar regalos a todos los niños del mundo y ver lo felices que serían.

- ¡Oh, sí! -exclamó Gaspar-. Es una buena idea, pero es muy difícil de hacer.
No seremos capaces de poder llevar regalos a tantos millones de niños como hay en el mundo.

Baltasar, el tercero de los Reyes, que estaba escuchando a sus dos compañeros con cara de alegría, comentó:

- Es verdad que sería fantástico, pero Gaspar tiene razón y, aunque somos magos, ya somos ancianos y nos resultaría muy difícil poder recorrer el mundo entero entregando regalos a todos los niños. Pero sería tan bonito.

Los tres Reyes se pusieron muy tristes al pensar que no podrían realizar su deseo. Y el Niño Jesús, que desde su pobre cunita parecía escucharles muy atento, sonrió y su voz se escuchó en el Portal:

- Sois muy buenos, queridos Reyes Magos, y os agradezco vuestros regalos. Voy a ayudaros a realizar vuestro hermoso deseo. Decidme: ¿qué necesitáis para poder llevar regalos a todos los niños?

- ¡Oh! necesitaríamos millones y millones de pajes, casi uno para cada niño que pudieran llevar al mismo tiempo a cada casa nuestros regalos, pero no podemos tener tantos pajes., no existen tantos.

- No os preocupéis por eso -dijo el Niño-. Yo os voy a dar, no uno sino dos pajes para cada niño que hay en el mundo.

- ¡Sería fantástico! Pero, ¿cómo es posible? -dijeron a la vez los tres Reyes Magos con cara de sorpresa y admiración.

- Decidme, ¿no es verdad que los pajes que os gustaría tener deben querer mucho a los niños?.

- Sí, claro, eso es fundamental - asistieron los tres Reyes.

- Y, ¿verdad que esos pajes deberían conocer muy bien los deseos de los niños?

- Sí, sí. Eso es lo que exigiríamos a un paje -respondieron cada vez más entusiasmados los tres.

- Pues decidme, queridos Reyes: ¿hay alguien que quiera más a los niños y los conozca mejor que sus propios padres?


Los tres Reyes se miraron asintiendo y empezando a comprender lo que el
Niño Jesús estaba planeando, cuando su voz de nuevo se volvió a oír:

- Puesto que así lo habéis querido y para que en nombre de los Tres Reyes
Magos de Oriente todos los niños del mundo reciban algunos regalos, YO
ordeno que en Navidad, conmemorando estos momentos, todos los padres se
conviertan en vuestros pajes, y que en vuestro nombre, y de vuestra parte regalen a sus
hijos los regalos que deseen. También ordeno que, mientras los niños sean
pequeños, la entrega de regalos se haga como si la hicieran los propios
Reyes Magos. Pero cuando los niños sean suficientemente mayores para entender
esto, los padres les contarán esta historia y a partir de entonces, en todas las
Navidades, los niños harán también regalos a sus padres en prueba de
cariño. Y recordarán que gracias a los Tres Reyes Magos todos son más felices.

Cuando el padre de Blanca hubo terminado de contar esta historia, la
niña se levantó y dando un beso a sus padres dijo:

- Ahora sí que lo entiendo todo papá. Y estoy muy contenta de saber que me
queréis y que no me habéis engañado.

Y corriendo, se dirigió a su cuarto, regresando con su hucha en la mano
mientras decía:

- No sé si tendré bastante para compraros algún regalo, pero para el año
que viene ya guardaré más dinero.

Y todos se abrazaron mientras, a buen seguro, desde el Cielo, tres Reyes
Magos contemplaban la escena tremendamente satisfechos.

Por cierto, echa de tu casa a ese barbudo y gordo impostor de rojo,
¡¡¡es un artificio consumista!!!

Autor: desconocido

Mar te dice al oido:

Si el mantener la ilusion quiere decir no crecer....me gustaría ser niño para mantener esa ilusion , esa inocencia y esa impaciencia por esperar a sus majestades Los Reyes Magos ...



jueves, 20 de diciembre de 2012



En 1994, dos americanos respondieron una invitación que les hiciera llegar el Departamento de Educación de Rusia.

La invitación era para enseñar moral y ética en las escuelas públicas, basada en principios bíblicos.

Debían enseñar en prisiones, negocios, el departamento de bomberos de la policía y en un gran orfanato.

En el orfanato había casi 100 niños y niñas que habían sido abandonados, abusados y dejados en manos del Estado.

De allí surgió esta historia relatada por los mismos visitantes:

Se acercaba la época de las fiestas navideñas de 1994, los niños del orfanato iban a escuchar por primera vez la historia tradicional de la Navidad.

Les contamos acerca de María y José llegando a Belén, de cómo no encontraron lugar en las posadas, por lo que debieron ir a un establo, donde finalmente el niño Jesús nació y fue puesto en un pesebre.

A lo largo de la historia, los chicos y los empleados del orfanato no podían contener su asombro.

Algunos estaban sentados al borde de la silla tratando de captar cada palabra.

Una vez terminada la historia, les dimos a los chicos tres pequeños trozos de cartón para que hicieran un tosco pesebre.

A cada chico se le dio un cuadradito de papel cortado de unas servilletas amarillas que yo había llevado conmigo.

En la ciudad no se podía encontrar un solo pedazo de papel de colores.

Siguiendo las instrucciones, los chicos cortaron y doblaron el papel cuidadosamente colocando las tiras como paja.

Unos pequeños cuadraditos de franela, cortados de un viejo camisón que una señora americana se olvidó al partir de Rusia, fueron usados para hacerle la manta al bebé.

De un fieltro marrón que trajimos de los Estados Unidos, cortaron la figura de un bebé.

Mientras los huérfanos estaban atareados armando sus pesebres, yo caminaba entre ellos para ver si necesitaban alguna ayuda.

Todo fue bien hasta que llegué donde el pequeño Misha estaba sentado. Parecía tener unos seis años y había terminado su trabajo. Cuando miré el pesebre quedé sorprendido al no ver un solo niño dentro de él, sino dos. Llamé rápidamente al traductor para que le preguntara por qué había dos bebés en el pesebre. Misha cruzó sus brazos y observando la escena del pesebre comenzó a repetir la historia muy seriamente. Por ser el relato de un niño que había escuchado la historia de Navidad una sola vez estaba muy bien, hasta que llegó la parte donde María pone al bebé en el pesebre.

Allí Misha empezó a inventar su propio final para la historia, dijo:

Cuando María dejó al bebé en el pesebre, Jesús me miró y me preguntó si yo tenía un lugar para estar. Yo le dije que no tenía mamá ni papá, y que no tenía un lugar para estar. Entonces Jesús me dijo que yo podía estar allí con El. Le dije que no podía, porque no tenía un regalo para darle. Pero yo quería quedarme con Jesús, por eso pensé qué cosa tenía que pudiese darle a El como regalo; se me ocurrió que un buen regalo podría ser darle calor.

Por eso le pregunté a Jesús: Si te doy calor, ¿ese sería un buen regalo para ti?

Y Jesús me dijo: Si me das calor, ese sería el mejor regalo que jamás haya recibido.

Por eso me metí dentro del pesebre y Jesús me miró y me dijo que podía quedarme allí para siempre.

…Cuando el pequeño Misha terminó su historia, sus ojitos brillaban llenos de lágrimas empapando sus mejillas.

Se tapó la cara, agachó la cabeza sobre la mesa y sus hombros comenzaron a sacudirse en un llanto profundo…

El pequeño huérfano había encontrado a alguien que jamás lo abandonaría ni abusaría de él. Alguien que estaría con él para siempre.

Gracias a Misha, yo aprendí que no son las cosas que tenemos en esta vida las que importan, sino a quienes tenemos, ellos son los que realmente importan.

No alardees de tu nacimiento, posición, cualidades o logros espirituales. Ten presente la naturaleza de todas las cosas, y vivirás una vida plena y llena de gozo.

Mar te dice al oído:

A veces la realidad de un niño es la que mas se ajusta a un precioso sueño pues para ellos no hay maldades ni envidias solo un corazoncito en donde albergar amor.

Quizas todos deberiamos guardar algo de ese niño que un dia fuimos para que la realidad a veces no dejara escapar nuestros sueños.



domingo, 9 de diciembre de 2012





En la fila del supermercado, el cajero le dice a una señora mayor que debería traer su propia bolsa, ya que las bolsas de plástico no son buenas para el medio ambiente.

La señora pide disculpas y explica: “Es que no había esta moda verde en mis tiempos.”

El empleado le contestó: “Ese es ahora nuestro problema. Su generación no puso suficiente cuidado en conservar el medio ambiente.”

Tiene razón: nuestra generación no tenía esa moda verde en esos tiempos:

En aquel entonces, las botellas de leche, las botellas de gaseosa y las de cerveza se devolvían a la tienda.

La tienda las enviaba de nuevo a la fábrica para ser lavadas y esterilizadas antes de llenarlas de nuevo, de manera que se podían usar las mismas botellas una y otra vez. Así, realmente las reciclaban.

Pero lleva razón, no teníamos esta moda verde en nuestros tiempos.

Subíamos las escaleras, porque no había escaleras mecánicas en cada comercio ni oficina. Íbamos andando a las tiendas en lugar de ir en coches de 300 caballos de potencia cada vez que necesitábamos recorrer 200 metros.

Pero tiene Vd. toda la razón. No teníamos la moda verde en nuestros días.

Por entonces, lavábamos los pañales de los bebés porque no los había desechables. Secábamos la ropa en tendederos, no en secadoras que funcionan con 220 voltios. La energía solar y la eólica secaban verdaderamente nuestra ropa. Los chicos usaban la ropa de sus hermanos mayores, no siempre modelitos nuevos.

Pero está en lo cierto: no teníamos una moda verde en nuestros días.

Entonces teníamos una televisión, o radio, en casa, no un televisor en cada habitación. Y la TV tenía una pantallita del tamaño de un pañuelo, no una pantallota del tamaño de un estadio de futbol. En la cocina, molíamos y batíamos a mano, porque no había máquinas eléctricas que lo hiciesen por nosotros. Cuando empaquetábamos algo frágil para enviarlo por correo, usábamos periódicos arrugados para protegerlo, no cartones preformados o bolitas de plástico. En esos tiempos no arrancábamos un motor y quemábamos gasolina sólo para cortar el césped; usábamos una podadora que funcionaba a músculo. Hacíamos ejercicio trabajando, así que no necesitábamos ir a un gimnasio para correr sobre cintas mecánicas que funcionan con electricidad.

Pero claro que está Vd. en lo cierto: no había en esos tiempos una moda verde.

Bebíamos del grifo cuando teníamos sed, en lugar de usar vasitos o botellas de plástico cada vez que teníamos que tomar agua. Recargábamos las estilográficas con tinta, en lugar de comprar una nueva y cambiábamos las cuchillas de afeitar en vez de tirar a la basura toda la maquina afeitadora sólo porque la hoja perdió su filo.

Pero,eso sí, no teníamos una moda verde por entonces.

En aquellos tiempos, la gente tomaba el tranvía o el autobús y los chicos iban en sus bicicletas a la escuela o andando, en lugar de usar a su mamá como taxista las 24 horas. Teníamos un enchufe en cada habitación, no un regleta de enchufes para alimentar una docena de artefactos. Y no necesitábamos un aparato electrónico para recibir señales desde satélites situados a miles de kilómetros de distancia en el espacio para encontrar la pizzería más próxima.

Así que me parece lógico que la actual generación se queje continuamente de lo irresponsables que éramos los ahora viejos por no tener esta maravillosa moda verde en nuestros tiempos.

Mar te dice al oído:

Sinceramente una historia que da para pensar...
Normalmente se le echa la culpa a nuestras anterirores
generaciones de el daño ambiental que hay ahora,
pero despues de leer esto, aún lo crees?

No seremos nosotros los que con tanto avance
estaremos cargandonos el medio ambiente en vez
de sanearlo????....


miércoles, 3 de octubre de 2012

Yo tenía 16 años y estaba viviendo con mis padres en el instituto que mi abuelo había fundado en las afueras, a 18 millas de la ciudad de Durban, en Sudáfrica, en medio de plantaciones de azúcar.
Estábamos bien en el interior del país y no teníamos vecinos, así que a mis dos hermanas y a mí, siempre nos entusiasmaba el poder ir a la ciudad a visitar amigos o ir al cine.
Un día mi padre me pidió que le llevara a la ciudad para asistir una conferencia que duraba el día entero y yo aproveché esa oportunidad.
Como iba a la ciudad mi madre me dio una lista de cosas del supermercado que necesitaba y como iba a pasar todo el día en la ciudad, mi padre me pidió que me hiciera cargo de algunas cosas pendientes, como llevar el auto al taller.
Cuando me despedí de mi padre él me dijo: Nos vemos aquí a las 5 p.m. y volvemos a la casa juntos.
Después de completar muy rápidamente todos los encargos, me fui hasta el cine más cercano. Me concentré tanto en la película, una película doble de John Wayne, que me olvidé del tiempo.
Eran las 5:30 p. m. cuando me acordé. Corrí al taller, conseguí el auto y me apuré hasta donde mi padre me estaba esperando. Eran casi las 6 p.m.
Él me preguntó con ansiedad:
- ¿Por qué llegas tarde?
Me sentía mal por eso y no le podía decir que estaba viendo una película de John Wayne; entonces le dije que el auto no estaba listo y tuve que esperar... esto lo dije sin saber que mi padre ya había llamado al taller.
- Algo no anda bien en la manera como te he criado puesto que no te he dado la confianza de decirme la verdad. Voy a reflexionar que es lo que hice mal contigo. Voy a caminar las 18 millas a la casa y a pensar sobre esto.
Así que vestido con su traje y sus zapatos elegantes, empezó a caminar hasta la casa por caminos que no estaban ni pavimentados ni alumbrados. No lo podía dejar solo... así que yo conduje el auto 5 horas y media detrás de él... viendo a mi padre sufrir la agonía de una mentira estúpida que yo había dicho.
Decidí desde ahí que nunca más iba a mentir. Muchas veces me acuerdo de este episodio y pienso... Si me hubiese castigado de la manera como nosotros castigamos a nuestros hijos ¿hubiese aprendido la lección?
¡No lo creo! Hubiese sufrido el castigo y hubiese seguido haciendo lo mismo. Pero esta acción de no violencia fue tan fuerte que la tengo impresa en la memoria como si fuera ayer.
¡Éste es el poder de la vida sin violencia!
“Lo peor es educar por métodos basados en el temor, la fuerza, la autoridad, porque se destruye la sinceridad y la confianza, y sólo se consigue una falsa sumisión” -Albert Einstein-
Dr. Arun Gandhi, nieto de Mahatma Gandhi



 Mar te dice al oído:



 A veces la enseñanza no consiste en castigos ni voces altas, la enseñanza llega al ocrazón y a la mente, si conseguimos que reflexionen sobre lo que estuvo mal, la próxima vez pensaran en ello, si por el contrario nuestro castigo es otro castigo al tiempo olvidaran por que fue


miércoles, 4 de julio de 2012



Érase una vez, hace mucho tiempo, un rey que vivía en Irlanda. En aquellos tiempos, Irlanda estaba dividida en muchos reinos pequeños, y el reino de aquel rey era uno más entre esos muchos. Tanto el rey como el reino no eran conocidos, y nadie les prestaba mucha atención.

Pero un día el rey heredó un gran diamante de belleza incomparable de un familiar que había muerto. Era el mayor diamante jamás conocido. Dejaba boquiabiertos a todos los que tenían la suerte de contemplarlo. Los demás reyes empezaron a fijarse en este rey porque, si poseía un diamante como aquél, tenía que ser algo fuera de lo común.

El rey tenía la joya perpetuamente expuesta en una urna de cristal para que todos los que quisieran pudieran acercarse a admirarla. Naturalmente, unos guardianes bien armados mantenían aquel diamante único bajo una constante vigilancia. Tanto el rey como el reino prosperaban, y el rey atribuía al diamante su buena fortuna.

Un día, uno de los guardias, nervioso, solicitó permiso para ver al rey. El guardián temblaba como una hoja. Le dio al rey una terrible noticia: había aparecido un defecto en el diamante. Se trataba de una grieta, aparecida justamente en la mitad de la joya. El rey se sintió horrorizado y se acercó corriendo hasta el lugar donde estaba instalada la urna de cristal para comprobar por sí mismo el deterioro de la joya.

Era verdad. El diamante había sufrido una fisura en sus entrañas, defecto perfectamente visible hasta en el exterior de la joya. Convocó a todos los joyeros del reino para pedir su opinión y consejo. Sólo le dieron malas noticias. Le aseguraron que el defecto de la joya era tan profundo que si intentaban subsanarlo, lo único que conseguirían sería que aquella maravilla perdiera todo su valor. Y que si se arriesgaban a partirla por la mitad para conseguir dos piedras preciosas, la joya podría, con toda probabilidad, partirse en millones de fragmentos.

Mientras el rey meditaba profundamente sobre esas dos únicas tristes opciones que se le ofrecían, un joyero, ya anciano, que había sido el último en llegar, se le acercó y le dijo:

-Si me da una semana para trabajar en la joya, es posible que pueda repararla.

Al principio, el rey no dio crédito alguno a sus palabras, porque los demás joyeros estaban totalmente seguros de la imposibilidad de arreglarla.

Finalmente el rey accedió, pero con una condición: la joya no debía salir de¡ palacio real. Al anciano joyero le pareció bien el deseo del rey. Aquel era un buen sitio para trabajar, y aceptó también que unos guardianes vigilaran su trabajo desde el exterior de la puerta del improvisado taller, mientras él estuviese trabajando en la joya.

Aun costándole mucho, al no tener otra opción, el rey dio por buena la oferta del anciano joyero. A diario, él y los guardianes se paseaban nerviosos ante la puerta de aquella habitación. Oían los ruidos de las herramientas que trabajaban la piedra con golpes y frotamientos muy suaves. Se preguntaban qué estaría haciendo y qué es lo que pasaría si el anciano los engañaba.

Al cabo de la semana convenida, el anciano salió de la habitación. El rey y los guardianes se precipitaron al interior de la misma para ver el trabajo del misterioso joyero. Al rey se le saltaron las lágrimas de pura alegría. ¡Su joya se había convertido en algo incomparablemente más hermoso y valioso que antes!

El anciano había grabado en el diamante una rosa perfecta, y la grieta que antes dividía la joya por la mitad se había convertido en el tallo de la rosa.

Mar te dice al oído:

Como siempre en el interior
está lo más valioso de cada persona,
el exterior puede no ser tan bello
a los ojos del que mira
pero si tu corazón y tu alma son puras
tu exterior puede tener arrugas, lunares,
manchas hasta cicatrices como la fisura
de ese diamante, pero esto nunca
hará que tu interior no tenga toda su belleza.


 
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